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domingo, 1 de agosto de 2021

The Ten Commandments (Los Diez Mandamientos) -III-

 



 

1956, the last epic of Cecil B. DeMille: "The Ten Commandments" ("Los Diez Mandamientos")


 

 

 


 

 

 

 

 

 








 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En Egipto el trono de Seti I se halla vacío. El Faraón agoniza entre el amor de Nefertari y la prepotencia de su hijo Ramsés, jactancioso y a la espera de reinar finalmente en el país, una vez desaparecido Moisés de sus vidas. "Tú no morirás, viejo cocodrilo", dice Nefertari, "Engañarás a la muerte lo mismo que me engañabas a mí en el juego" "Me temo que no podré engañar a nadie allí donde voy" A Ramsés: "Mañana, con la puesta de sol, serás Faraón. Espero que esta vez estarás contento por fin... Pero con mi último suspiro rompo mi propia ley y pronuncio el nombre de Moisés... Moisés" A Nefertari llorosa: "Lo sé, yo lo amaba también" Ramsés tras la muerte de su padre exclama: "El halcón real ha emprendido su último vuelo hacia el sol"
 
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A los pies del Sinaí, Moisés, ahora con un primogénito, cuenta a su hijo la historia de Ismael. El niño pregunta a su padre si ese Dios del que le está hablando es el mismo Dios que vive en la montaña. Moisés no aventura ninguna respuesta afirmativa, dado que él mismo desconoce la existencia del Dios de Israel y de su abuelo Jetro. Su única contestación es "Puede ser, hijo mío" De pronto, llega hasta ellos la voz de Séfora: "¡Moises, hay un hombre entre el ganado" A la llamada de su esposa, Moisés acude para saber de quien se trata el hombre que se esconde en lo alto de las rocas, amenazado por Tokar, su perro
 

"En la hendidura, detrás de las rocas"
, indica Séfora. "Tus ojos son tan afilados como tu belleza", exclama Moisés.El hombre que se protege en la hendidura del ataque del perro Tokar es Josué en busca de Moisés, que ha logrado huir de las minas de cobre a las que había sido condenado en Egipto.
 

"¡Abajo, Tokar!", ordena Moisés a su perro. "Gracias a Dios que he podido encontrarte", exclama Josué. Moisés lo reconoce por fin: "¡Josué! ¿Cómo has podido encontrarme?" El joven explica: "Un comerciante de cobre te vio en la tienda de Jetro"... "Creíamos que habías muerto. En las minas de cobre la vida es la muerte" Josué se desmaya, Moisés lo toma en sus brazos, y llama a su esposa: "Séfora, dale agua, el sol del desierto lo ha trastornado... Se llama Josué. Yo maté a un hombre para salvarle!"


"Me dijeron que habías muerto, pero yo sabía que tú eras el elegido para empuñar en tu mano la espada de Dios",
dice Josué esperanzado desde el día en que Moisés le salvó de las garras de Baka. "Yo no soy ese hombre.  Soy un pastor de ovejas", confiesa Moisés, pero acaba seducido por la luminosidad que no deja de desprender el Sinaí: "Esa luz en lo alto del monte...¿No veis vosotros ese extraño fuego?" "¿No es una zarza que arde?", aventura Josué "No, la zarza está ardiendo pero no se consume", dice Moisés: "Séfora, llévatelo y dale de comer en nuestra tienda. Quiero ver de cerca cuál es la causa de ese extraño fuego"  Entonces Moisés decide que ha llegado el momento de ascender a la cima del Sinaí para conocer el secreto sagrado que la misma parece esconder.

Y Moisés sube por vez primera hacia al monte Sinai en busca de la señal divina, donde la zarza ardiente no se consume. Y arrodillándose, escuchará por primera vez la voz del Dios de los israelitas.
 
"¡Moisés, Moisés!... "¡Aquí estoy!" "Descalza tus pies de las sandalias porque el lugar donde estás es un lugar sagrado... Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". "Señor, Señor, ¿por qué no escuchas el llanto de tus hijos que sufren el dolor del cautiverio en Egipto". "He visto el dolor que aflige y consume a mi pueblo en tierras de Egipto, y he oído sus lamentos bajo el látigo de aquellos que lo oprimen. Por eso conozco sus padecimientos. Ve pues, yo te mando, Moisés, ante el Faraón, para que seas tú el que saque a mi pueblo de Egipto" "¿Qué méritos tengo Señor para ser tu enviado? ¿Cómo lograría sacar a ese pueblo de su cautiverio? ¿Qué palabras tendré que pronunciar para que me escuchen?" "Yo te enseñaré las palabras que tienes que decir. Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo de Israel, vendréis a servirme en esta montaña. Quiero poner mis leyes en sus corazones y dejarlas escritas en sus mentes. Ahora debes emprender ya la marcha. Que yo estaré contigo" "Pero, Señor, si yo digo a tus hijos que es el Dios de sus padres el que me envía, me preguntarán  cuál es su nombre, y entonces qué les podré responder" "Yo soy el que soy, y tú les dirás: "El que es me envía a vosotros"
 
 





 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"¿El monte sagrado le está prohibido al hombre?", pregunta Josué a Séfora. "Si, y tengo temor por él", responde ella. "Pues es más que un hombre por lo que veo" Cuando Moisés desciende del Sinaí, su imagen ha cambiado por completo. Su pelo se ha elevado  y su mirada está completamente hechizada. Josué y Séfora observan su llegada con asombro. "Fíjate en su rostro" "Sí ha visto a Dios", dice Séfora, "Moisés, tus cabellos, tus sandalias" "He estado en una tierra sagrada"... "Cuentános todo", pide Josué. "Mis ojos no han podido verle"...  ¿Ha hablado?"... "Ha revelado su verbo a mi mente y el verbo era Dios"..  "¿Habla como el hombre?", pregunta Josué. "Él no es carne sino espíritu, la luz del espíritu eterno y ahora sé que su luz ilumina a todos los hombres", expresa Moisés. "¿Ha exigido algo de ti?"...  "Sí, que vaya a Egipto"... 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Tú eres el enviado de Dios. Ha señalado el día de nuestra libertad, partiremos en seguida", se entusiasma Josué. "Pero Egipto significa la muerte para ti", se muestra temerosa Séfora. "Si su voluntad es esa..." "Te seguiré adonde Él te envíe. Tu Dios es mi Dios", ofrece su amor Séfora, "¡Asaltaremos la armería de Miktol y daremos espadas al pueblo!"... "No Josué, Él no quiere libertar con espadas a su pueblo sino sólo con el báculo del pastor"...

 






 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Moisés se presenta en la corte de Tebas acompañado por su hermano Aarón. Cuando le preguntan que reino le envía hasta allí, Moisés responde: "El reino del Más Alto Poder" Ramsés, ahora convertido en Faraón, y atendiendo embajadores de otros paises que le rinden pleitesía, lo recibe con sorpresa pero con total ironía al mismo tiempo. La sorpresa de Nefertari es mucho mayor. No puede dar crédito a la presencia de Moisés, de nuevo frente a ella, pero ahora con una apariencia totalmente diferente, como un nuevo profeta del pueblo hebreo, que llega hasta allí para reclamar la libertad de los esclavos. Cuando intenta que Moisés la observe, comprende que ya para ella y su pasado amor no existe más que indiferencia. "Ramsés, deja marchar a mi pueblo", exige Moisés.


Ramsés se burla de su hermano de otros tiempos, ahora profeta de esclavos, y se niega a conceder su petición, exclamando: "Sus vidas son mías, y todo cuanto poseen es mío". Moisés entrega el báculo a su hermano Aarón para que obre un primer milagro: "En esto veréis que el Señor es Dios" El báculo, ante la sorpresa de los allí presentes, de los emisarios de otras naciones, que se muestran aterrorizados, y del hijo de Nefertari y de Ramsés, se convierte en una cobra. El pequeño exclama: "¡Madre, ha convertido su bastón en una cobra!" Pero Ramsés se ríe, no dando importancia al milagro. Es un truco muy conocido entre sus magos. Y ordena a uno de sus visires que lance uno de sus bastones al suelo; y éstos acaban convirtiéndose también en serpientes. Pero la cobra de Moisés acaba devorando al resto de serpientes. El pequeño hijo de Ramsés exclama: "¡Madre, la serpiente de Moisés ha devorado a las otras!" Moisés sigue amenazando a Ramsés, El principe, se  burla de Moisés y golpea con el pie su báculo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Pero el Faraón reacciona brutalmente, y ordena que a partir de ese día los esclavos hebreos tendrán que hacer ladrillos sin ser provistos de los materiales necesarios para fabricarlos, así como acarrear la paja para las mezclas con el lodo. Pero la producción de los ladrillos no debe ser suspendida. Y amenaza: "Que así se escriba y así se cumpla"
 
Y Nefertari intenta acercarse a Moisés pero el ahora profeta hebreo vuelve a ignorar su presencia cuando abandona la corte.
 




 




 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuando Moisés y Aarón se presentan ante sus compatriotas de Gosen, estos se sienten reconfortados imaginando que está próxima su liberación del yugo de Egipto. Pero cuando aparece el ahora gobernador Datán indicando la orden de Ramsés para que la producción de ladrillos no cese, aunque ahora ellos mismo tendrán que proveerse de  los materiales necesarios para fabricarlos, los habitantes de la aldea recriminan a Moisés el hecho de que por su culpa y su nefasta gestión ante el Faraón les ha traído más desgracias de las que ya tenían. Desesperados, sus compatriotas proponen apedrear a Moisés y a Aarón.




No obstante, Moisés se salva del furor de los habitantes de Gosen porque en aquel momento aparece la guardia personal de Nefertari con la orden de llevarlo a su presencia en la barcaza que se halla situada en el Nilo. La antigua amante de Moisés, enamorada todavía de él, trata de atraerlo de nuevo por medio de sus encantos femeninos: "Tú crees haber cambiado, pero no es verdad, no lo has hecho", expresa Nefertari, convencida de que Moisés aún recuerda la pasión que una vez sintió por ella. Pero Moisés, que ha desechado por completo su pasado como hijo adoptivo de  Seti, no acepta los encantos y la sensualidad con que se le ofrece Nefertari, y revela que se halla casado con una pastora.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"Hay una belleza más allá de los sentidos". "Quizás no. La belleza del espíritu no hará libre a tu pueblo. Vendrás de nuevo a mí o ellos no abandonarán jamás Egipto", amenaza ella. "El destino de Israel no está en tus manos, Nefertari"... "¿No? ¿Quién si no puede apaciguar el corazón del Faraón o enardecerlo?" "Sí, tú puedes ser la amorosa inmundicia a través de la cual Dios `podría llevar a cabo su labor"... Moisés abandona la barcaza y Nefertari, decepcionada, no puede comprender cómo ha podido ser despreciada por Moises.






 

 

 

 

Josué, a escondidas, acude a Gosen con el deseo de ver a Lilia que se halla viviendo con Datán, obligada por la amenaza que pesa sobre ella y sobre la vida de Josué si la muchacha se decidiera a abandonarle. En el pozo que surte de agua a Gosen se encuentra con Miriam, la hermana de Moisés, que antes de su llegada, ha estado advirtiendo a sus hermanas hebreas de que recojan toda el agua posible porque durane siete días no se podrá volver a beber del pozo. Luego dice a Josué que, en efecto, Lilia acude diariamente a por agua al mismo pozo que todos los habitantes de la aldea. Cuando se encuentra con ella, Josué le pide que escape de las garras de Datán, pero Lilia se niega a abandonar a su verdugo sin decir la verdad a Josué del motivo por el que se halla atada a Datán.




 

 

 

Moisés no se arredra ante los mandatos de Ramsés y el castigo infligido a sus hermanos de Gosen. El día en que el Faraón acude junto a sus sacerdotes a bendecir las aguas del Nilo en la fiesta de Khnum, Moisés se presenta ante él, exigiéndole de nuevo que libere a los hebreos. 
Ramsés hace caso omiso a sus palabras, y Moisés le amenaza con varias plagas que Dios enviará a Egipto, y traerá innumerables infortunios al país y a sus habitantes egipcios. Cuando el Faraón vierte el agua sagrada en la entrada del río Nilo en su corte, Moisés indica a Aarón que toque con su báculo dichas aguas. Al instante se forma una mancha roja sanguinolenta que recorre todo el río. E incluso de la jarra que lleva Ramsés el vertido se convierte en sangre, ante el asombro de todos.


 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

       Egipto será visitado por diez plagas. Tras ensangrentar el Nilo, llueve un granizo ardiente sobre el palacio de Ramsés. 


 

 

 




[Y el Dios de los hebreos infligió a los ciudadanos del reino de Egipto diez plagas con el fin de que el Faraón dejara libres a su esclavizado pueblo  y les permitiera salir de la nación. Fueron diez males presagiados, siendo el último el que permitió a los hebreos abandonar la nación: "Conversión del agua en sangre-Invasión de ranas-Piojos-Moscas-Peste del ganados-Úlceras-Lluvia de fuego y granizo-Langostas y Saltamontes-Tinieblas-Y muerte de los primogénitos de Egipto"]




 

 

 


 

 

 


 

 

 

 







 

 

 

 

 

 

 


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