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domingo, 17 de noviembre de 2019

BECKET -III-


Las tribus normandas ("hombres del norte") se habían solidificado en la isla británica hasta formar algo semejante a una nación. Estos invasores llegan a la gran isla hacia 1060, guiados por William I "The Conqueror", que sería el primer rey de Inglaterra. William reinaría desde 1066 hasta 1087. Había nacido en el castillo normando de Falaise, al norte de Francia, en 1028. Era hijo de de Robert I, duque de Normandía. Descendiente de vikingos, hacia 1060 planeaba la conquista de la Inglaterra sajona que se hallaba en manos de un primo suyo llamado Edward "The Confessor", que fue beatificado y no tuvo descendencia. William contaba, no obstante, con un poderoso rival que, al igual que él, ambicionaba la corona inglesa. Se trataba del conde inglés Harold Godwinson que acabaría siendo nombrado sucesor del trono por el msmo Edward. William aseguraba que su primo Edward le había prometido el reino inglés y que Harold se había comprometido a apoyarlo. Cuando Edward murió en 1066, William armó una gran flota, y desde Normandía se aprestó a invadir Inglaterra.
 



Las fuerzas opositoras de Harold fueron derrotadas en la batalla de Hastings el 14 de octubre de aquel mismo año 1066. El paso del cometa Halley cerca de la Tierra aquel mismo año había sido considerado un mal augurio para Harold II, lo que dio ánimos a las tropas de William.​ Y en Navidad fue coronado en Londres como rey normando de la isla británica. 
Tuvieron lugar diversos alzamientos sajones que se opusieron a su reinado, hasta que William, ya conocido como "The Conqueror", logró sofocarlos, generando un eterno odio entre normandos y sajones. A costa de esta aversión por parte de los originarios habitantes de la isla, alcanzó a darse una ordenación gubernamental más estable y consistente que el de la horda invasora. Ahora Inglaterra se había convertido en un autoritario reino bajo una dinastía de hierro que vejaba constantemente al pueblo sajón. El reinado de William I, sin embargo, estuvo sembrado de dificultades tratando de conservar sus dominios del norte de Francia, por problemas de difícil entendimiento con su ambicioso hijo mayor Robert, y por las constantes amenazas de invasión que llegaban por parte de las hordas de los danos, tribus germanas que habitaban en la actual Suecia meridional y en las islas danesas. Mientras asediaba el pequeño burgo francés de Mantes (hoy, Mantes-la Jolie), William cayó enfermo o se hirió con su silla de montar, por lo que fue trasladado al priorato de San Gervasio de Ruan, donde falleció el 9 de septiembre de 1087.

William I dividió sus reinos, a Robert II, también llamado Robert Curthose le legó Normandía y su tercer hijo -ilegítimo- William II, heredó Inglaterra, donde reinaría hasta 1100. Algunos cronistas criticaron a William II por su codicia y crueldad, pero sus contemporáneos elogiaron de manera unánime su piedad. Robert II participó en la Primera Cruzada, en el sitio de Antioquía en 1094. En el momento de su partida, supuestamente era tan pobre que a menudo debía permanecer en la cama por falta de vestimenta. Con el fin de conseguir suficiente dinero para la cruzada hipotecó su ducado a su hermano William a cambio de una suma de 10.000 marcos. 



Henry I, llamado "Beauclerc", cuarto hijo de William I "The Conqueror", había quedado sin posesiones. Pero se apropió de la corona normanda de Inglaterra tras el fallecimiento en una cacería, en 1100, de su hermano mayor William II, conocido también como "William Rufus", -rufo: rojo-beermejo- por su apariencia de cara enrojecida. (El rey se fue a cazar el 2 de agosto de 1100 en el New Forest posiblemente cerca de Brockhurst. Resultó muerto por un flechazo en el pulmón. Las circunstancias permanecieron en la penumbra, aunque la crónica anglosajona  apunta que la flecha fue disparada por un noble llamado Walter Tirel, uno de sus más próximos colaboradores)


Henry se había aliado con su hermano William que combatía por aquel entonces las pretensiones hereditarias del Robert II Curthose sobre la Normandía inglesa. Henry I contrajo matrimonio con la reina Matilde de Escocia, llamada "Matilde de bendita memoria". El monarca tuvo una gran descendencia entre varones y hembras, muchos de ellos ilegítimos, nacidos de la gran cantidad de amantes que ocuparon su lecho. En 1101, su hermano Robert II invadió Inglaterra. Pero la incursión se saldó con un acuerdo con Robert que afianzó la soberanía de Henry. Este pacto duró poco. Henry irrumpió con sus tropas en el Ducado de Normandía en 1105, y en 1106 derrotó a Robert en la batalla de Tinchebray. Tras su triunfal batalla, Robert fue capturado y encerrado en una prisión en el castillo de Devizes durante 20 años, para luego ser trasladado a Cardiff donde murió en 1134.


El siguiente heredero de la corona inglesa sería Henry II, hijo primogénito de Godofredo V de Anjou y de su esposa la emperatriz Matilde, primogénita de Henry I. A los 14 años apoyó con auténtico fervor a su madre que luchaba por hacerse con el trono inglés que regentaba, desde 1135, Stephen II de Blois, hijo de la reina Adel de Normandía nacida, probablemente ilegítima, de Henry I. Por ello mismo, el reinado de Stephen estuvo marcado por duros enfrentamientos con su prima Matilde. Stephen deseaba asegurar su trono a su hijo Eustace. En 1153, su sobrino Henry II Plantagenet (FitzEmpress) invadió Inglaterra y se enfrentó a las tropas de su tío en la batalla de Wallingford sin resultado vencedor por ninguna de ambas partes. Tras la muerte repentina del joven Eustace, Henry II y Stephen firmaron el tratado de Winchester en diciembre de 1153, en el cual el monarca inglés reconocía a su sobrino como heredero del trono, pasando por alto a su otro hijo William. El 25 de octubre de 1154 fallecía Stephen de Blois.
  

Henry II  fue un enérgico, arrollador y  en ocasiones  cruel gobernante. Su obcecación monárquica se centró en  el deseo de restablecer los dominios y privilegios reales de su abuelo William "The Conqueror". A los 17 años fue nombrado Duque de Normandía. Heredó el ducado de Anjou en 1151,  y se casó con Leonor de Aquitania, nacida en Poitiers en 1122, hija de William X, duque de Aquitania y de Leonor de Châtellerault. A la muerte de su hermano mayor William, heredó el trono. Su padre falleció el 9 de abril de 1137 en una peregrinación a Santiago de Compostela, y Leonor se hizo con el inmenso ducado de Aquitania que se extendía desde el río Loira hasta los Pirineos, siendo mayor que los dominios del rey de Francia. A los 16 años, el 4 de julio de 1137, contrajo matrimonio en Bordeaux (Burdeos) con Luis VII futuro rey de Francia, un año mayor que ella. Los consortes accedieron al trono francés en ese mismo año, a la muerte de Luis VI. Las tensiones matrimoniales se iniciaron muy pronto, dado el carácter conflictivo, contradictorio y casquivano de Leonor. En 1147 participaron en la Segunda Cruzada, convencidos por las predicaciones del monje cisterciense Bernard de Clairvaux, (Bernard de Claraval). En Antioquía Leonor mantuvo un escandaloso affair sentimental con su tío Rayford (Raimundo) de Poitiers. Dicha relación provocó el rompimiento de la pareja, que consiguió la anulación papal del matrimonio el 21 de marzo de 1152. 


El 18 de mayo de 1152 Leonor contraería nuevo matrimonio en la Catedral de San Andrés de Bordeaux con Henry II Plantagenet, que no tardaría en alzarse con el trono inglés. Unía así sus vastos dominios en Francia a los que ya poseía el heredero inglés, dueño de Anjou, Maine y Normandía, además de la corona de Inglaterra y Gales. De esta unión y sus vastas posesiones  se originaría el llamado Imperio Angevino, que controlaba un territorio ocho veces superior al dominado por Luis VII de Francia. Henry Plantagenet fue infiel a Leonor. Los enfrentamientos entre ambos esposos se sucedieron, y a partir de 1173, la reina consorte  promovió la rebelión de tres de los ocho hijos habidos con el rey: Henry (educado por el el recién nombrado canciller de Inglaterra Thomas Becket, que lo consideró como un hijo adoptivo), Richard I, que sería conocido por "Richard Lionheart" ("Ricardo, corazón de león"), y John, futuro "John Lackland" ("Juan sin tierra").​ Tras reprimir la rebelión, el rey encarceló a Leonor, primero en Chinon, y luego en Salisbury, donde permaneció bajo arresto hasta la muerte de su esposo, en 1189.


Henry II Plantagenet lograría establecer su hegemonía sobre Gales y obtuvo un control completo sobre sus tierras en Anjou, Maine y Turena. Pero a pesar de su título imperial, fueron constantes sus controversias y enfrentamientos con el clero inglés, a cuya cabeza se hallaba el anciano Arzobispo de Canterbury Teobaldo de Bec y el Obispo Gilbert Foliot. El humor de estos padres de la clerecía inglesa tendía a tratar a Henry  más como un huésped de consideración que como el monarca absoluto de normandos y sajones. Y la única ocasión propicia que Henry halló para sanear sus conflictos con la Iglesia y convertirla en súbdita sumisa fue, a la muerte de Teobaldo de Bec, que falleció el 18 de abril de 1161, obligar a  su fiel servidor, el joven lord Canciller Thomas Becket, a que aceptara la sede arzobispal de Canterbury. 


Becket había nacido en Londres el 21 de diciembre de 1118, hijo de una pequeña burguesía de origen sajón aunque radicada en Caen, Normandía. Estudió leyes civiles y canónicas a partir de los diez años, en la abadía de los monjes de Merton, en el condado de Surrey. Siendo adelantado adolescente viajó a París y Bolona, donde cursaría conocimientos de teología. A su regreso a Inglaterra, entró al servicio del arzobispo Teobaldo de Bec, que ante lo aventajado de su capacidad intelectual, le encargó varias misiones en Roma. Teobaldo lo nombraría más tarde arcediano de Canterbury y preboste de Beverley. La fama del joven fámulo de Canterbury llegó hasta la corte de Henry. Su sagacidad, y, poco después, su declarado anticonformismo con la ortodoxia cristiana, se significó, en un principio, como elección afortunada para poder pasar al servicio de su monarca. Thomas se convirtió así en el más fiel servidor de Henry. Ambos compartieron cacerías y diversiones con amantes. El rey puso bajo su tutela educativa a su hijo Henry, que, años después, se enfrentaría a su padre por defender a su antiguo tutor. Finalmente, Becket comprendió que no podía desafiar la autoridad real y aceptó a regañadientes el arzobispado de Canterbury. En su euforia absolutista, Henry Plantagenet confiaba ciegamente en su canciller. Y creyó que con tal nombramiento su enfrentamiento con el clero inglés pasaría a ser, bajo la autoría sacerdotal de Becket, un concordato Monarquía-Iglesia mucho más estable y consistente. Becket todavía mantenía su título de canciller. Gilbert Foliot, que debía suceder a Teobaldo, sospechoso de total aversión hacia el canciller, asumió, no obstante, y forzado por el monarca, su atribución como obispo que debía ratificar la elección del antiguo preboste. Thomas Becket fue consagrado el 18 de abril de 1161. 

La transformación de su canciller, ahora Arzobispo de Canterbury, fue tan inmediata como radical. Aquel alegre cortesano, amigo de francachelas con su amigo y monarca, se convirtió en un primado austero, que no dudó en entregar a los pobres todo cuanto poseía. Y tras devolver a su rey el sello de canciller, su nuevo fanatismo religioso promovió una defensa acerada de la causa de la jerarquía eclesiástica, desde siempre amenazada por el autoritarismo del monarca inglés. Únicamente el odio que Gilbert Foliot, Obispo de Londres (y verdadero impulsor de la autonomía de la Iglesia) sentía por el advenedizo Becket, le llevó a confabularse con Henry. Éste, tras comprender el error que había cometido, se apresuró a promover la más dura de las persecuciones contra su viejo amigo, acusándole de cohecho durante su cancillería. Henry convocó la asamblea de Clarendon el 30 de enero de 1164 en la que presentó sus demandas expuestas en dieciséis puntos. Sus peticiones implicaban el abandono de la independencia del clero y su dependencia de Roma. Aparentemente obtuvo la aprobación del clero, pero no la de su primado.

Becket recurrió al Papa. Huyó primero a Francia. Y en Sens, Borgoña, se reunió con el pontífice Alejandro III, que prestó apoyo a su Arzobispo. El Pontífice recibió asimismo a unos enviados del rey que solicitaban, en su nombre, que tomase medidas contra Becket. Pero Alejandro se negó. Henry, enfurecido por el despecho, persiguió al fugitivo Becket, dictando una serie de decretos contra él, aplicables a todos sus amigos y partidarios. No obstante, Luis VII de Francia lo acogió y le ofreció su protección. El prelado permaneció dos años en la abadía cisterciense de Pontigny. El Papa estuvo a punto de excomulgar al rey inglés, que, inquieto ante esta eventualidad, trató de llegar a un acuerdo que permitiese el regreso de Thomas a Inglaterra, y dejarlo continuar con su ministerio. Las diferencias entre los dos viejos amigos siguieron irreconciliables, hasta que Henry, apoyado por la reina madre, que odiaba al advenedizo Arzobispo, y por sus cortesanos, se negó a devolver las propiedades eclesiásticas que, en ausencia de Becket, había invadido. Thomas preparó una sanción de excomunión contra todos aquellos que habían privado a la Iglesia de sus bienes y contra los obispos que la habían secundado, incluido Gilbert Foliot. Becket desembarcó en Sandwich el 3 de diciembre de 1170 y, dos días después, entró en Canterbury, vitoreado por la población sajona.

Dos frases del rey Henry Planagenet, exasperado y movido por el despecho, ante el triunfo eclesiástico de su antiguo canciller se han señalado en las crónicas de la época: "¿No habrá nadie capaz de librarme de este cura turbulento, que se burla de mí?" y "Es conveniente que Becket desaparezca".

Posiblemetnte sean frases apócrifas; pero según la tradición fueron dichas en un ataque de ira real. Sea como fuere, fueron interpretadas como una orden para cuatro caballeros anglo-normandos, Reginald Fitzurse, Hugo de Morville, William de Tracy, y Richard Brito, que, de inmediato, proyectaron acabar con el entrometido Arzobispo. Llevaron a cabo el asesinato de Thomas Becket el martes 29 de diciembre de 1170 en el atrio de la catedral de Canterbury, mientras asistía a vísperas con la comunidad monástica. Becket fue canonizado como santo y mártir por la Iglesia Católica y la Iglesia Anglicana. Henry Plantagenet, después de la muerte de Becket, fue excomulgado, pero construyó y donó varios monasterios en Francia principalmente para mejorar su imagen. Logró su rehabilitación merced los esfuerzos ante el Papa del abad de Mont-Saint-Michel, Robert de Torigny. Pero como parte de su penitencia tuvo que peregrinar hasta la tumba de Becket vestido con una burda tela de saco y acceder a enviar una considerable suma de dinero a los estados cruzados de Palestina. El 21 de mayo de 1172 fue azotado en público, desnudo, ante la puerta de la catedral de Avranches, capital de Normandía. 
Henry entró en conflicto también con el monarca francés Luis VII  por sus posesiones en Francia. Tras el enfrentamiento con su hijo Richard, que, con la ayuda de Philip August de Francia, había atacado y derrotado a su padre el 4 de julio de 1189, el historiador Gerard de Gales atribuye al monarca esta frase: "Que el Señor nunca permita que yo muera hasta que me haya vengado de ti" Henry II Plantagenet murió  el 6 de julio de 1189, a los 56 años, probablemente envenenado, en el castillo de Chinon donde había encarcelado a su esposa Leonor de Aquitania, y fue sepultado en la abadía de Fontevraul. Su hijo, Godfrey, por entonces Arzobispo de York, se halló en todo momento al lado de su padre cuando el mismo agonizaba. Sus últimas palabras, según Gerard de Gales, fueron: "Ha caído la vergüenza sobre este rey derrotado". 
[... The King of England was struck with great astonishment, and wondered what could mean, and, taking precautions for the future, frequently sent messengers into France for the purpose of recalling his son Richard; who, pretending that he was peaceably inclined and ready to come to his father, made his way to Chinon, and, in spite of the person who had the custody thereof, carried off the greater part of his father's treasures, and fortified his castles in Poitou with the same, refusing to go to his father} [...El rey de Inglaterra estaba atónito y se preguntaba qué podría significar [esta alianza] y, tomando precauciones para el futuro, frecuentemente enviaba mensajeros a Francia con el propósito de hacer regresar a su hijo Ricardo; quien, fingiendo una predisposición pacífica y hallarse preparado para volver con su padre, consiguió llegar a Chinon, y, a pesar de la persona que lo custodiaba hasta ese momento, se llevó la mayor parte del tesoro de su padre, con el que fortificó sus castillos en Poitou, negándose a ir con su padre]​



"Lionheart" ("Corazón de león") se convirtió en rey de Inglaterra como Richard I, contra la intención de su padre que siempre había deseado que fuese John Lackland quien heredara su corona. Richard fue ungido durante su coronación en la abadía de Westminster el 3 de septiembre de 1189.  Tomó parte en la Tercera Cruzada, y luchó en la toma de Sicilia y Chipre. Era un gigante rubio, velludo y guapísimo, y las mujeres se lo disputaban. Y al mismo tiempo, era también una mezcla de escepticismo, beaturronería y superstición. Se manchó con toda clase de delitos porque era fogoso y vengativo. Mas, para expiarlos no vaciló en vestir el cilicio y hacerse flagelar. Encarnó el héroe de las novelas de capa y espada. Cuando pasaba por Alemania, de regreso a su patria, fue capturado por Leopold V, duque de Austria, y sus súbditos, para obtener su libertad, hubieron de pagar un fuerte rescate. Ya en Inglaterra de nuevo, fue requerido para que participara en una cuarta cruzada por el párroco de Neuilly. Éste no había dudado en acusarlo de orgullo, avaricia y lujuria, anunciándole que iría de cabeza al infierno. A estas acusaciones, "Lionheart" contestó que, por supuesto no estaba dispuesto a volver a la Tolemaida, en la Palestina, donde había permanecido cansado y enfermo. Y se enfrentó al rencoroso párroco con estas palabras: "Dejo mi orgullo para los Templarios, mi avaricia a los frailes y mi lujuria a los sacerdotes". Richard I murió el 6 de abril de 1199 a los 41 años, y John subió al trono. Falleció de disentería en la madrugada del 18 al 19 de octubre de 1216 a los 49 años.



Una vez en la costa francesa de Normandía, Henry Plantagenet recupera gran parte de la provincia y ciudades pretendidamente arrebatadas a la corona inglesa, merced a un distendido acuerdo con la Corte y el Clero francés. El canciller Thomas Becket se ha mostrado como artífice perfecto para conseguir tal concordato. Astuto y enérgico, Becket se adjudica así un nuevo éxito político al lograr extender los dominios ingleses en Francia sin necesidad de presentar batalla. Mas, los barones, fieles a los principios guerreros de Inglaterra, aceptan con rencorosa frialdad la noticia. Para ellos no existe sino el sentimiento nacional normando, muy alejado de cualquier tipo de obsequiosidad. Y así, alérgicos a la burocracia, a los beligerantes súbditos de Henry no les mueve más interés nacionalista que el gusto por contender, vencer y conseguir botín. Becket, a ojos de los barones, no es más que un sajón traidor a quien únicamente mueve el interés de limitar la potestad combativa del rey inglés. Y aceptar en su nombre un vergonzoso tratado que pueda suscribir la devolución de territorios robados a la corona normanda sin guerrear es pura cobardía para la soldadesca.


Cuando Thomas Becket llega hasta el campamento inglés, los barones se valen de su tono despreciativo para valorar las acciones políticas llevadas a cabo por el canciller: (Becket llega a caballo desde la primera ciudad reconquistada sin enfrentamiento) "Un temprano buenos días para vos, caballeros. Acabo de llegar de la ciudad. La he preparado para su capitulación" (Uno de los barones pregunta) "Bien, ¿habrá botín?"... "No, quiero que esta gente colabore de buen grado"
(Becket aclara) El Obispo francés entregará las llaves de la ciudad al Rey a las ocho en punto, en la iglesia"... (Un barón exclama) "¿Sin lucha? ¿Para qué estamos aquí?"... (Becket) "Para asegurar las posesiones del rey Henry en Francia. Tenéis tres ciudades más que reconquistar" (Otro barón) "Preferiría saquear la ciudad y masacrar a la plebe"... "Sí, y tener una ciudad muerta" (rebate Becket) "No, quiero dar al Rey ciudades vivas para aumentar su riqueza. Desde esta madrugada soy el amigo más querido de los habitantes" 
(Uno de los barones profiere con aversión hacia el canciller) "¿Y el orgullo de Inglaterra?"... "El orgullo de Inglaterra, mi querido barón es triunfar" (Cuando Becket se aleja, los barones dan curso a sus murmuraciones) "¡Qué mentalidad!"... Canciller de Inglaterra"... ¿Quién sabe lo que es?... Es un sajón"...


Thomas Becket se dirige hacia la tienda del monarca. Se detiene un instante presintiendo que algún peligro le amenaza. En efecto, tras él aparece un joven y enfurecido monje que sale a su encuentro empuñando un cuchillo, e intenta herirlo. En un cuerpo cuerpo entre Becket y el muchacho, el canciller logra desarmarlo y evitar el inexplicable ataque. Al mismo tiempo, se hace con el cuchillo. Los soldados no tardan en acudir y detener al agresor. 
 
"(Becket ordena a los guardias) "Soltadle. Dejadnos, sargento"...(El soldado duda) "¿Mi señor?"... "Dejadnos" (Los guardias se alejan. Becket observa al joven monje y pregunta) "¿Qué haces tú, un monje sajón, en Francia? Te matarán, ¿lo sabes?"... "Estoy preparado para morir" (responde el muchacho)  (Becket inquiere a su vez)) "¿Qué edad tienes?... "18"... "Hmmm, morir es fácil a los 18" 
(Thomas huele el arma con la que ha intentado asesinarlo) "Tu cuchillo huele a cebolla como el cuchillo de cualquier sajón decente"... "Vos solíais ser sajón. Ahora pertenecéis a los normandos"... "Ya veo"...
(Becket aventura) "Un cuchillo sajón para un colaborador sajón. ¿Crees que matándome podrías liberar a tu raza?"... (El joven monje manifiesta su desprecio hacia Becket)"No, a mi raza no. A mí mismo"... "¿De qué?"... "De mi vergüenza y la vuestra"...
(Becket explica) "Los normandos han ocupado Inglaterra durante cien años, desde Hastings. La vergüenza es una cosecha añeja para los sajones. Tu padre y tu abuelo la apuraron hasta las heces. Ahora la copa está vacía"... "No, nunca" (insiste el muchacho) "¿Cuál es tu nombre?" (El monje guarda silencio y Thomas insiste) "¿Cuál es tu nombre?"... "John"... "¡Sargento!" 

(Becket llama al soldado) "Bien, hermano John, voy a salvarte la vida. No tiene importancia para mí, pero es muy inusual que el destino le ponga a uno cara a cara con su propio fantasma cuando era joven"
(Llega el soldado) "Mi señor"... "Devolved a este monje a Inglaterra bajo la custodia del abad de su monasterio" (El soldado agarra al muchacho con aspereza y Becket ordena) "Quiero que se le trate sin brutalidad, pero que se le vigile con atención"... "Sí mi señor" (asiente el guardián) (Cuando se alejan, Thomas sonríe y clava el cuchillo en el tronco de un árbol. Luego se dirige a la tienda del rey).
Cuando Thomas Becket penetra en la tienda real, Henry lo recibe entra gárgaras de buen vino francés recostado en su lecho. El monarca, que no ha dudado ni por un instante de las acciones burocráticas que habría de llevar a cabo su canciller sajón en la cercada ciudad normanda, celebra así, de antemano y entre sábanas, los probables éxitos de Becket.  
"Mi señor... Buenos días"... "(Henry gorgoritea con una copa de vino en la mano) "¡Grrrrrgggggg! (y tras escupir, exclama) "Oh, vino francés. Bebí un poco de más anoche"... "Es su mayor contribución a la civilización" (añade Becket refiriéndose al vino
(Henry asiente y le muestra lo que esconde entre sus sábanas) "Aquí hay otra" (Y asoma una bella jovencita) "He de decir que adoro mis posesiones francesas. Ciertamente merece la pena reconquistarlas" (El monarca se dirige a la muchacha) "¿Cómo te llamas, preciosa mía?" (Ella parece no entender) "¿Nombre?"... "Marie"... "Marie, muy francés. Un lujo francés es muy lujurioso"
(Becket sonríe) "Y de momento gratis. Tomaremos posesión de la ciudad esta mañana"... "Sí, lo he oído" (Henry sale del lecho) "Has gestionado eso muy bien, Thomas. Personalmente, echaré de menos la lucha"... "Mientras tanto tenemos algunos asuntos que discutir. He estado estudiando los despachos de Inglaterra"... 
(Henry comenta con cierta ironía) "Te encanta trabajar, ¿verdad? Si es que te encanta algo"..."Me encanta hacer lo que tengo que hacer, y me encanta hacerlo bien" (asegura Becket)
(Henry conjetura) "Serías tan eficiente contra mí como a mi favor, ¿verdad?" (inquiere el monarca) "Si el destino lo hubiera dispuesto así" (responde Thomas) "Así que, lo que en la mayoria de la gente es moralidad, en ti es tan sólo un ejercicio de... ¿Cuál es la palabra?" (no acierta Henry con el calificativo) "Estética" (aclara Becket) "Sí, esa es la palabra. Siempre, estética"

 
(Henry levanta un dedo y se dirige de nuevo al lecho, destapa a la joven y muestra uno de sus muslos) "Bien, entonces, mira esto. ¿No es esto también estética? Algunos se extasían ante las catedrales"... (El monarca acaricia la extemidad de la muchacha) "Pero esto es una obra de arte. Mira, redondo como una manzana. ¿La quieres?"(Becket requiere cierta seriedad por parte de su rey) "Los asuntos, mi señor"... "Está bien, los asuntos"... Siéntate"

 
 
(Thomas se acomoda en el otro lado del lecho) "Escucha con atención, Marie el gotear del mayor cerebro de nuestros días"... (Becket) "Juntando todas las informaciones que he recibido de Londres, se extraen algunas deducciones desagradables. El poder de los obispos está creciendo como la pestilencia. Pronto rivalizará con el vuestro"... (expone Becket, y Henry se muestra contrario) "Habla con sentido, Thomas. Los sacerdotes siempre están intrigando. Puedo aplastarlos en cuanto lo desee"
Becket preconiza) "Si no los aplastáis ahora, en un plazo de cinco años habrá dos Reyes en Inglaterra, el Arzobispo de Canterbury y vos. En un plazo de diez años sólo habrá uno"... (Henry empieza a alarmarse) "¿Y no seré yo?"... "Me temo que no" (amenaza Becket, y Henry se alza brutalmente situándose encima de la joven oculta por las sábanas) "¡Monta a caballo, Thomas, a caballo! ¡Guerra contra el clero, muerte al Arzobispo"
(La muchacha, que se había cubierto de nuevo con las sábanas, exclama) "¡Señor, no puedo respirar!"... "¿Qué haces ahí abajo, espiar para los clérigos?" (disparata el ahora enardecido monarca) "¡Lárgate de aquí! Ponte tus ropas y vete a casa" (la francesita se detiene y pregunta) "Mi señor, ¿he de volver esta noche al campamento?"... "Sí, no... ¡No lo sé!" (Becket ríe mientras su rey duda) "Ahora estoy pensando en sacerdotes, no en ti. ¡Vete! Espera..." (se arrepiente Henry y corre hacia el cortinaje por donde ha desaparecido la muchacha) "Debería asegurarme de que voy a encontrar otra igual de buena... Sí, vuelve esta noche. Eres adorable... Siempre hay que decirles eso, aunque se les pague. Eso también es alta política" 

 

 
(El rey se sienta de nuevo junto a su canciller y repite) "Sólo uno, ¿no seré yo?" (Becket asiente) "No seréis vos"... "¿Pero qué dirá Dios si ataco su Iglesia? Después de todo, son sus obispos"... "Debemos manejar a la Iglesia. Uno siempre puede llegar a un pequeño acuerdo con Dios" (propone el canciller y el monarca lanza una sonora carcajada) "Becket, ¡eres un monstruo!"... "Me halagáis, mi señor" (Becket se alza) "Pero por favor, mi señor, vestíos de prisa. No es elegante que los conquistadores lleguen tarde" (ironiza, y Henry vuelve a estallar en sonoras carcajadas alzando al aire los ropajes del lecho) "¡¡Eres un monstruo!!"...

 
La comitiva inglesa, presidida por Henry y Becket, inicia su recorrido triunfal por la ciudad conquistada entre las salvas del pueblo. El monarca se muestra satisfecho con el recibimiento que le tributa el gentío que se amontona en las calles. 
(Henry a su canciller) "Ves, nos quieren de corazón estos franceses" (expresa Henry a su canciller) "Deberían hacerlo, les pagamos bastante" (aclara Becket) "En tal caso, podríamos haber encontrado algunos que no se vistieran con un saco de harapos" (comenta el monarca sin dejar de saludar a la plebe) (Becket) "Lo ricos están enfurruñados en sus casas"..."
(Henry conjetura) "¿Partidarios del rey Luis de Francia? (pregunta Henry) "No, es sólo que nos habrían costado demasiado"... "Pues suenan convincentes"... "Sí, tenemos soldados disfrazados entre la multitud para transmitirles entusiasmo"..."¿Por qué tienes que destruir todas mis ilusiones" (muestra su descontento Henry) "Porque no deberíais tener ninguna, mi príncipe"...

(De pronto el monarca se detiene con la mirada fija en una de las terrazas. Y Becket pregunta) "Qué veis"... "Realidad" (Una bella muchacha observa la comitiva y se insinúa ante ambos

(Henry ordena) "Parad aquí"... "El obispo está aguardando" (aclara Becket) "Como si importara lo que hago con un obispo cuya ciudad acabo de conquistar"... "Importa"... "Yo soy el más fuerte, ¿sí o no?"... "Hoy lo sois. Pero uno nunca debe llevar a su enemigo a la desesperación" (aconseja Becket) "Eso le hace fuerte. La gentileza es una mejor política, eso mina la virilidad. Una buena fuerza de ocupación nunca debe aplastar, debe corromper"...
(Henry sugiere a Becket) "Toma nota de la casa" ¡Oh, no importa" (Henry trata de entablar un pequeño diálogo con la hermosa joven, que el griterío silencia) (Becket interrumpe) "Mi señor, el obispo"..."Sí, papá, no papá" (ironiza Henry) 
 
La comitiva sigue hasta la entrada de la iglesia donde el obispo hará entrega al rey inglés de las llaves de la ciudad) "Haga que descansen los hombres" (ordena el canciller) 
(Mientras, el monarca reconoce a uno de sus guardias que ha acudido hasta allí con un mensaje) "¿Eres William de Corbeil?"... "Sí, Sire" (se arrodilla ante Henry) "A duras penas te reconozco sin una jarra de cerveza cubriéndote la cara. ¿Cómo han podido alejarte de ella?"... "Tengo mensajes urgentes de Londres para vos, mi señor"...  (Henry desenrrolla el pliego que le entrega el soldado, y lee) "Parece que Dios está de nuestra parte después de todo, Thomas"...
(Becket se interesa por el contenido de la misiva) "¿Qué es eso, mi príncipe?"... "Es sólo que ha llamado al Arzobispo de Canterbury de vuelta a su seno"... (Becket se conduele) "Ese frágil anciano. Él fue el primer normando en interesarse por mí" (se santigua) "Dios acoja su alma"..."Lo hará, lo hará" (se santigua también Henry con el pergamino) ·Y le será de mucha más utilidad a Dios de lo que nunca lo fue para mí" 
(Henry se detiene en una de las arcadas del patio de la iglesia, y permanece un minuto pensativo. Luego llama a su canciller) "Thomas" (Becket acude presuroso a su llamada) "Una idea extraordinaria se desliza en mi mente" (explica el rey) "Un golpe maestro. De repente soy muy listo"
(Henry se muestra jocoso) "Seguramente, debe ser por hacer el amor anoche con aquella chica francesa. Soy sutil, incluso soy profundo. Oh, soy tan profundo que la cabeza me da vueltas" (Becket lanza una carcajada) (Henry insiste) "¿Me estás escuchando, Thomas?"... "Estoy escuchando, mi príncipe"...
(Henry)"Necesitamos un nuevo Arzobispo de Canterbury. Creo que hay un hombre en quien podemos confiar"... "No importa quien sea. En cuanto se ponga la mitra de arzobispo sobre la cabeza ya no estará de vuestra parte" (conjetura Becket) "Pero si el arzobispo es un hombre mío. Si Canterbury está con el rey, ¿cómo sería posible que su poder se interpusiera en mi camino?"...
(Becket conjetura) "Mi señor, conocemos a vuestros obispos. Una vez entronizado en Canterbury, cualquiera de ellos se mareará con el poder"..."Este hombre no" (sigue entusiasmado el monarca) "Es alguien que no sabe lo que es el mareo, alguien que no teme a Dios.
(Henry se muestra conciliador) Lamento privarte de las chicas francesas y de los otros botines de la victoria, pero... ¿Me estás escuchando, Thomas? Partes para Inglaterra esta noche"... "¿En qué misión, mi Príncipe?"... "Vas a entregar una carta a todos los obispos de Inglaterra. Mi edicto real nombrándote a ti, Thomas Becket, Primado de Inglaterra, Arzobispo de Canterbury" 

(Henry y Becket se miran, sonrientes. Luego, Thomas lanza una gran carcajada de sorpresa irónica) "¡Cállate!" (grita el rey) "Thomas, estoy hablando muy en serio"... "Mi señor, no lo hagáis"..."Tienes una forma rara de encajar las buenas noticias" 
(Henry se muestra decepcionado) "Pensaba que estarías triunfante"... "Pero yo, ni siquiera soy sacerdote"..."Eres un diácono, puedes ser ordenado sacerdote, y consagrado como arzobispo al día siguiente"..."¿Habéis considerado lo que diría el Papa?"... "Yo pagaré su precio"... (Becket mantiene su temor) "Mi señor, esto me asusta"... 
(Henry no puede aceptar las dudas de su canciller) "Creía que tenías a Dios en la palma de tu mano, Thomas"... "Os lo suplico, no lo hagáis"... "Nunca me has decepcionado, Thomas, y eres el único hombre en quien puedo confiar. Partirás para Inglaterra esta noche" (Henry se aleja y llama a su canciller por primera vez por su apellido) "¿Becket?" (Ambos acuden hasta donde les espera el obispo) "Gracias por devolvernos las llaves de nuestra ciudad... La suerte está echada, Thomas... Haz cuanto puedas. Y, si te conozco bien, estoy seguro de que lo harás"...











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