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martes, 17 de septiembre de 2024

The Loves of Carmen (Los amores de Carmen) -Final-



Enterramos a García, y mientras lo hacíamos Dancaire me dijo que había sido una estupidez matar a dos hombres por nada, porque podría haber comprado a Carmen y García me la habría vendido porque la costumbre gitana era la de vender a sus mujeres. Me pareció una idea horrible comprar a una mujer sin que me amara. Mi intención era casarme con Carmen. Dancaire me dijo que estaba loco, ya que yo estaba perseguido por la ley y no podía aparecer por ninguna ciudad de España. Yo añadí que llevaría a cabo una boda gitana en las montañas: "Haréís una buena pareja", dijo Dancaire, "un payo y una gitana, un animal doméstico y otro salvaje, los perros y los lobos no pueden vivir juntos. No marchará, navarro, ya lo verás"
Por eso fuimos a plantar nuestro campo a doscientos pasos de allí. Carmen se mostró muy enamorada, hasta le hizo gracia los nombres de casada: "El señor y la Sra. Lizarabengoa". Luego propuso pasar el invierno en las cuevas de Granada. "¿No tendremos frío en esas cuevas?", pregunté yo. "No José, no hará frío"
 






 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Durante algunos meses estuve contento de Carmen. Nos era muy útil. Nos avisaba los buenos golpes que podíamos dar. Estábase ya en Málaga, ya en Córdoba, ya en Granada; pero a una palabra mía lo dejaba todo y venía a encontrarme en cualquier venta aislada y hasta en el vivac de la sierra.



Seguimos atracando todas las diligencias que se nos ponían a mano, y el precio de recompensa por mi captura iba aumentando considerablemente.
Pero yo no estaba conforme con que Carmen se presentara en los ataques a las diligencias, y ella empezó a mostrarse descontenta porque añadió que ya estaba harta de esperar siempre en las montañas, y que no se iba a convertir en una paya esperando siempre la llegada de su marido. Su carácter salvaje empezó a aflorar y comprendí que nuestra relación estaba empezando a empeorar tal como me advirtió Dancaire. Incluso me dijo que si me avergonzaba de estar junto a una gitana que me buscase otra mujer, porque ella era Carmen, libre y hacía lo que le daba la gana sin considerarse esclava de ningún hombre.





El soldado de la diligencia exclamó: "Vuestro jefe es muy valiente con todos, menos en casa" Y cuando Pablo se rió, lo abofeteé.


Yo había hecho mis reflexiones, y proyectaba cambiar de vida. Hablé a Carmen de abandonar aquella vida de atracos a diligencias: "Carmen, quiero dejar todo esto. Carmen, vámonos de aquí" ven conmigo". "¿Adónde crees que puedes llegar cuando tienes a los soldados detrás de ti con orden de disparar en cuanto te vean?" "No sé adónde podemos ir, pero lo que sí sé es que estoy cansado de todo esto. No lo resisto más. Podríamos irnos tú y yo junto, quizás al Nuevo Mundo, a México. Quiero vivir como los demás. Tengo ganas de ver a gente normal. Quiero sentarme al lado de la gente y hablar del trabajo, de la vida, como era en mi casa del norte" "Te prenderían también allí en cuanto te viesen" "Pero podríamos ir a México. No sería como mi casa pero viviríamos tranquilos" "Sabes que no nací para ser hortelana. Bien lo sabías desde el principio cuando elegiste llevar esta vida a mi lado"
 
"Yo no lo elegí" "Ah, ¿con que es culpa mía? Yo te metí en esto, según tú, ¿verdad? Tú mataste al coronel, no yo"
Y Dancaire exclamó: "El perro y el lobo, como te lo había dicho, perro y lobo"
(Dentro de la cueva) "Sabía que serías un estorbo, como te lo dije. Otra vez con tus pesares y tus lágrimas por algo que está muerto y enterrado. Llévate tu conciencia paya. Se la puedes regalar a otra mujer. Yo ya estoy harta" "Sería bueno que te quedaras con algo de mi conciencia, porque tú no la tienes"
Se sintió atemorizada por mí, y trató entonces de mostrarse más cariñosa conmigo: "No estarías tan enamorado de mí si tuvieras conciencia" "Qué bonita excusa. Soy gitano y no distingo el bien del mal" "No lo sé, José, dímelo tú. ¿Qué es bueno, qué es malo? ¿Es esto malo?"







 
Carmen hizo una de sus escapadas a Córdoba, y allí se encontró con un viejo admirador, el torero Lucas: "Apártate, gitana. Aparta, te digo. Tenemos prisa" "Vaya, de modo que los payos tienen prisa. Es una pena, lo siento, porque yo no tengo ninguna" 
 
"¡Carmen!" "¡Lucas!" "Carmen, ¿dónde te habías metido? Hace meses que no vienes a Córdoba" "He tenido muchas cosas que hacer. Una fiesta aquí, otra allá. ¿Y tú qué tal?" "Yo no he tenido ninguna fiesta, pero sí muchas horas felices pensando en ti" "Iba camino de Córdoba a recoger unas cuantas provisiones" "Tú sabes que soy el mejor proveedor de Córdoba, Carmen, para una pequeña y exclusiva clientela, patrocino danzas, y otras maravillas"

(En la cueva) El gitano Pablo puso en duda la ausencia de Carmen, diciendo: "Antes cuando yo iba a Córdoba por provisiones, solía violver el mismo día" "La lluvia habrá hecho que se retrase". Y Pablo siguió dudando con mala fe:"¡Bah, no la verás durante algún tiempo, ya puedes ir haciéndote a la idea" 
 
 
 
"A Carmen le gusta divertirse y llevamos días en los que no sobra la risa últimamente. Se lo estará pasando bien en alguna parte. La conozco mejor que tú, navarro. Hazme caso, no..." Tuve que golpearle porque la sangre me hervía sintiéndome humillado y abandonado por Carmen, que al parecer se hallaba en alguna fiesta cantando y bailando para los payos de dinero en Córdoba.
 


 

 


 
 
Dancaire estaba enojado con respecto a la agresión hacia Pablo: "¿Por qué le has pegado? Le has roto la nariz. ¿No te gustamos, verdad? Te fastidia vernos, porque has caído tan bajo como nosotros"
Mi desesperación estaba llegando al límite, cuando por fin apareció Carmen en la cueva: "¿De dónde vienes?, pregunté. "Contéstame
 
  
 
"¿Dónde has estado?" No pararé de golpearte hasta que me contestes" "He estado en Córdoba preocupada por ti", mintió ella. "Otro regimiento de lanceros llegó a la ciudad, y ofrecen una recompensa de cinco mil duros por tu captura. Si eres listo te marcharás de aquí, algunos pueden pensar que cinco mil duros merecen la pena. Conozco un sitio cerca de Gibraltar adónde podrías ir. Llegan mercancías procedentes de Inglaterra. Podrás recogerlas y pasárselas a Rodrigo. Está en Gibraltar. Hazme caso" "¿Dónde has estado?"
 
 
 
Pero yo comprendí que lo que quería era librarse de mí: "Ayer fui a una corrida y vi a un torero llamado Lucas. Viste un chaleco dorado que costó 3000 duros. Y este vestido, que es el mejor, cuesta eso" "¿Dónde lo has conseguido?" "¡Eso es asunto mío!"
 
Tuve que abofetearla: "¿Dónde lo has conseguido. Te mataré si no me lo dices ahora mismo" "¡No, José..."
"¿Quién es...?" "¡No...!" "¿Quién te lo ha dado?" "Escúchame" "¡Ya sé qué clase de mujer eres!"
 
Traté de ahogarla dominado por los más terribles celos:"¿Quién ha sido?" Huyó de la cueva y no supe adónde se dirigía. 


 
"Las cartas nunca le mienten a una gitana. Siempre dicen la verdad" (Lucas el torero pregunta) "¿Y puedo saber qué te están diciendo ahora para que estés tan bonita?" "Que no debería haber venido, eso dicen... Dicen... que mi fin está próximo" "¿De verdad tienes miedo de algo que ves ahí?" "No eres el único que no cree en las cartas, conozco a otro. Es alguien que me quiere. Las cartas dicen siempre la verdad, Lucas. Un hombre va a matarme, y conozco a ese hombre. Le conozco muy bien"
(En la cueva) Dancaire a José que se observa en un pequeño espejo: "Sí, has cambiado" (José) "Pareceremos lo que somos. Don José... Durante estos meses me he estado diciendo a mí mismo que soy Don José, que no soy un desertor, ni un bandolero ni un ladrón, sino que soy Don José Lizarabengoa, un joven de buena familia que está jugando a ser bandolero porque ama a Carmen. Pero eso no es cierto. El pasado quedó atrás, el presente son mis actos. Soy José, el navarro, tan cruel y degenerado como el propio García"
 
(Dancaire) "No, eres peor, porque tú tienes conciencia. Los únicos hombres degenerados que he visto son los que empezaron como idealistas, y no son capaces de mantener ni las ilusiones ni el idealismo ni el amor"  
 
Llegó Pablo de Córdoba con noticias sobre el paradero de Carmen: "Tengo noticias para ti, navarro. No tienes que preocuparte de nada. Se lo está pasando bien, como te decía. Sé donde está y con quien se divierte" "¿Con quién?" "¿No has oído hablar de Lucas, el gran torero. Tiene una bonita casa en las afueras de la ciudad, y están juntos todas las tardes muy cerca de la plaza, y si ella me perteneciera la traería a la fuerza, no permitiría a mi mujer pavonearse por ahí..."
 
Golpeé a Pablo por sus malas ideas e ironía, burlándose de mí. "¡No, José... lo digo por tu bien... no!" (Dancaire) "Pobre Pablo, haga lo que haga siempre acaba en el mismo sitio, en el suelo..."
Me dispuse a ir a Córdoba y Dancaire me advirtió: "No seas idiota, no puedes ir a la ciudad, te dispararán en cuanto te vean aparecer. Ten paciencia. Volverá uno de estos días. Debes ir acostumbrándote a estas cosas" "¡Nunca!"

 
En la plaza de Córdoba, Carmen besa a Lucas: "Yo te voy a dar suerte y otro beso por cada toro que mates" (Lucas) "Pues tendré que matar a todos los toros de España"
"¡Lucas, toma!" Carmen le arroja un clavel.
 
Pablo ha denunciado a José y se halla en la Plaza con los dragones esperando la aparición del perseguido por la justicia: "No olvides la recompensa. Cinco mil duros y he sido yo. Vendrá, ya lo verás. Él vendrá aquí a buscarla. No aparte los ojos de ella y le atraparás"

Carmen no pudo imaginar que José se atrevería a presentarse en Córdoba siguiéndole el rastro. Su sorpresa había ido en aumento puesto que, como a todos los gitanos, la visión de un gato negro que pasó por delante de ella, la hizo estremecerse, dada la superstición del mal fario que los mismos pueden atraer. Cruzó los dedos y de pronto se enfrentó José.  Sus primeras palabras fueron de advertencia: "¿Cómo te atreves a venir a Córdoba?", pero José se  mostró entristecido y dispuesto a rogarle que volviera con él sin importarle el peligro de ser descubierto por la justicia: "Carmen..." "¿Viste al gato negro? Un gato negro es mala suerte? Significa que pasarán cosas malas, José. Si pensaras un poco no habrías venido..." "Vamos a casa..." "No..." "Por favor, Carmen. Ya no aguanto más esta espera. Por favor..." "Quizá mañana, José. Quizá vuelva mañana..." "¿Es porque te pegué? No te habrías ido si no lo hubiera hecho. No sé por qué lo hice. No volveré a hacerlo. Seré un buen esposo. Por favor, Carmen, vuelve a casa conmigo..."

 

"No..."Harás lo que te diga!..." "¡Haré lo que me plazca! ¡Siempre fui así y así seguiré! Ahora me gustaría ver la corrida..." "Esta vez es Lucas, el matador" "¿Y eso qué importa?..." "¡Respóndeme!..". "¡Sí! ¡Sí! ¿Estás satisfecho? ¿Por qué no? Me gusta divertirme ¿Tú qué me has dado? Llantos, sermones y caras largas. No puedo vivir encerrada en una jaula. ¡Ya estoy harta! ¿Me entiendes? ¡Estoy harta de ti! ¡Así que lárgate y déjame en paz!..." "Carmen, no me abandones. Te amo tanto. Mira cuánto te amo. Tú eres lo único que me queda en este mundo. Lo di todo Lo perdí todo. Lo di todo por ti. Pero no me arrepiento. Por favor, no me dejes"

 
"Eres como un gusano, lo parten en dos y sigue arrastrándose. Escucha. Ya entra el toro en el ruedo. ¡Harás que me pierda la corrida" "¡Esta vez no te vas a salir con la tuya! ¡Esta vez no! ¡Lo voy a matar!, ¿me oyes?""Ya mataste a dos hombres que me amaban. ¿Y para qué?..."  

 

 

 

 

 

 
"¡Entonces te mataré a ti, bruja maldita! ¡Te voy a matar!..." "Antes pensaba que serías capaz. Pero no eres lo suficiente hombre. ¡Déjame pasar!..." "Por última vez, ¿vendrás conmigo?..." "¡No tolero que alguien se pegue a mí!..." Contéstame!..." Carmen grita exasperada: "¡¡No, no, no, no!!" 
 
Y escupe a José, mientras éste blande su navaja. La acuchilla y uno de los dragones, avisados por el bandolero Pablo, disparan a la vez sobre José. Ambos caen en la escalera de entrada a la plaza de toros. El gato negro pasa de nuevo por la escalinata.








De nuevo el Séptimo Arte, con todos los excesos propios de un desenfrenado tradicionalismo apasionado, materializa lo que se podría llamar como un "desesperado acto de fe" en las posibilidades del cine como lenguaje autónomo que desbroza la ya inextinguible maleza cronista (que acompañó su fascinante nacimiento) de la siempre abrumadora, por lo secular, dominación literaria, con el trompeteo sensacionalista de su maníaca idolatría por la imagen erótica, que valiéndose de la idea "camera-stylo" expuesta en 1948 por un manifiesto de Alexandre Astruc, crítico y director de cine francés, hace del lenguaje cinematográfico "un medio de escritura tan flexible y tan sutil como el lenguaje escrito". En "Loves de Carmen", director, guionista y productor, naturalmente, son todo lo opuesto al "cine de autor". Su prioridad es buscar su máxima expresión formalista a través de la colorista puesta de escena.  Se nos remite a grandes maestros de la dirección, como Chaplin, Griffith, Stroheim, para quienes la idea del cine y la imagen era unum et idem. La literatura en cierto modo seguirá siendo el gran "pecado" del cine. Fue la enésima versión del mito de Carmen, con una prodigiosa sevillana de pelo rojo, convenientemente adaptada al americanismo imperante, y casi tan delirante como la Concha Pérez de Marlene Dietrich. Una exótica producción que pretendía servir de nuevo (después de "Gilda") a Rita Hayworth y Glenn Ford convirtiéndolos en mitos eróticos inolvidables. Y es que las españoladas americanas las más de las veces fueron impagables. Y esta versión de Vidor se recuerda como tal. ¡Rita y Ford sublimes!