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lunes, 1 de mayo de 2023

La Ragazza con la Valigia (La chica con la maleta) -La Película- -1-

 


Se desprende de esta "Ragazza con la valigia", de 1960, una gran complejidad y riqueza psicológica que, entre otros directores italianos, fue atribuida muy especialmente a la sensible obra de su autor Valerio Zurlini. Se dijo de él que del ojo de su cámara surgía el "sentido" al mismo tiempo que la "cosa", lo que ninguna técnica literaria sería capaz de hacer con tal potencia. Orientación psicológica que ya nacería en "Estate violenta" ("Verano violento"), de 1959, y se repetería en otras magníficas películas suyas como fueron "Cronaca familiare" ("Crónica Familiar"), 1962, y "La prima notte di quiete" ("La primera noche de quietud"), de 1972. Y hay que resaltar también la gran experiencia dramática que para el cine europeo y mundial supuso la ascensión artística de Claudia Cardinale por medio de este inolvidable film. Una meticulosa deriva que, casi partiendo de la que fuera más pura ortodoxia neorrealista, nos muestra un extraordinario estudio de conductas y una sensible crisis de sentimientos capaz de examinar minuciosamente la evolución sentimental de una memorable pareja que, al tiempo que ve nacer el amor, sus diferencias de edad no pueden por menos que plantear el conflicto y ruptura entre ambos.
Así la trayectoria de esta imborrable pareja formada por Claudia Cardinale y un jovencísimo y conmovedor Jacques Perrin es precisamente la inversa de las que siguen personajes como los maduros ínterpretes, por poner un ejemplo, de la discutidísima "Viaggio in Italia" ("Te querré siempre"), 1953 de Roberto Rossellini con su esposa de entonces Ingrid Bergman y George Sanders, "L'avventura" ("La aventura"), 1960, de Michelangelo Antonioni, entre Monica Vitti y Gabriele Ferzetti, cuando desaparece la primera amante Lea Massari (que fue quizás uno de sus más refinados y penetrantes análisis psicológicos, al tiempo que nos enseñaba a contemplar con nuevos ojos el comportamiento de los seres humanos, intentando penetrar en la realidad interior de sus personajes).
Y otras crisis sentimentales que ya puso al desnudo las graves insuficiencias de la moral de relación en "Le amiche" ("Las amigas"), 1955, con Eleonora Rossi Drago, Gabriele Ferzetti, Franco Fabrizi, y Valentina Cortese, y muy especialmente en "La notte" ("La noche"), 1960, con Marcello Mastroianni, Jeanne Moreau, y Monica Vitti.


Con "La ragazza con la valigia", aunque se superan los esquemas narrativos del neorrealismo, como también hiciera el gigantesco Luchino Visconti en "Le notti bianche" ("Las noches blancas"), 1957, adaptando a Fiódor Dostoyevsky, con Maria Schell, Marcello Mastroianni, y el amor perdido que retorna Jean Marais, Zurlini se debate entre dos polos opuestos: el realismo y la tentación romántica, a la que se añade maravillosamente la exuberante vitalidad meridional de la Cardinale, con cierta exigible vulgaridad que no empaña su atractivo sensual y su interpretación memorable. Lo cierto es que, con esta estremecedora "Ragazza", acabamos apreciando que gran parte del cocumentalismo anecdótico del neorrealismo ha sido rebasado, y se afinan los métodos de investigación de la nueva realidad en la década de los 60 para captarla en su recién llegada y no menos meritoria complejidad de un persuasivo romanticismo de apetecible cotidianeidad. 
 
La grandeza de la película también se puede atribuir, por tanto, a la profundidad como intérprete de Claudia Cardinale, a su desdoblamiento en un personaje tan fragmentado, no porque se pierda en sus hechos, sino porque queda destruido e incompleto a causa de ellos.



Aida (Claudia Cardinale) es una pobre y bella muchacha, cantante en uno de los clubs de Milán, que es seducida por un señorito de Parma, un tal Marcello Fainardi (Corrado Pani), un señoritingo adinerado que se hace llamar Marchiori, promete grandes cosas y luego la deja tirada en un garaje con su maleta.
Pero la inocente joven, que ha confíado en unas falsas promesas románticas del amoral joven, se ha fugado con él, que acaba abandonándola en una gasolinera. Cuando ella lo rastrea hasta la mansión familiar, Marcello envía a su hermano de dieciséis años, Lorenzo (Jacques Perrin) a deshacerse de ella.
(Aida) "Perdone Ud. no me conoce. Soy de la Compañía General de Seguros. Ahora vengo de Milan. Perdone la hora, pero sabemos que tienen un coche Aurelia color gris, ¿está aquí?" (Lorenzo) "No" "¿Cómo que no?" "Ya no lo tenemos. Lo vendimos hace dos meses" "¿A quién?" "No sé, lo vendió mi padre. Pero ahora no está aquí, y no estará ni en Parma" "Entonces, ¿aquí no vive Marchiori? Marcelo Marchiori" "No, aquí vive la familia Fainardi"  "Oiga, para mí es muy importante, dígame la verdad. Marchiori, ¿está o no?" "No" "¿Me lo jura?" "Lo juro"






"Dios, ¿qué hago yo ahora? ¡Sinvergüenza! No tenía por qué hacerlo. ¡Cobarde! ¡Asqueroso! Perdone, pero si supiera. ¿Nunca ha oído ese nombre?" "¿Quién, Marchiori?" "Le conocerá, si su padre le ha vendido el coche. Es alto, moreno. Espere, tengo una foto"




"Aquí está. Mire. Yo he salido mal. Es éste. ¿Le conoce?" "Lo siento, no". "No importa, lo encontraré, ya verás. Además, a mí nadie me deja plantada, ¿sabe?"
"Me han dicho que hay hoteles cerca de la estación" "Sí, muchos" "¿Por dónde voy?" "Está lejos. "Hay un tranvía, allí, en la esquina. Cójalo hacia abajo. Baje en la penúltima parada" "Gracias" "Espere, ¿me permite?" "Pesa" "No importa" "Gracias"
"No soy del seguro" "¿No?" "¿Me permite? Aida" "Lorenzo Fainardi" "Encantada"
El joven Lorenzo Fainardi recibe una llamada de Aida que se halla en una pensión en Parma y le ruega que vaya a visitarla porque desea pedirle un favor.
 

 

 

 


"¿Quiere un bollo? Está recién hecho... Si no, me ofendo. He llamado porque, por el sinvergüenza del Marchiori, me encuentro en una situación un poco... embarazosa. entonces quería saber... Sin compromiso, está claro, si acaso le interesaba esto" (Aida ofrece al muchacho una plancha de viaje. Lorenzo no sabe qué decir, y cuando ella le diche que podría regalársela a su madre, y el chico contesta "ojalá", comprende que es huerfano de madre) "Claro. Ya me las ingeniaré. Pediré un giro postal a mi familia. Y ahora dese prisa, llegará tarde a clase"
Lorenzo recibe clases de matemáticas del padre Introna (Romolo Valli), un párroco de Parma. Y no deja de pensar en la jugarreta que su hermano le ha hecho a la pobre chica. "Padre... quería saber si uno es responsable de lo que hacen sus parientes... Un hermano, por ejemplo" "¿Hay por medio una mujer? Hay que ver si el hermano menor sabe decir si se trata de verdad de una injusticia"
"Sí, más que una injusticia, padre, una maldad, una infamia, no sé... ni cómo llamarla" "Déjalo, Lorenzo" "¿Por qué, padre?" "Hazme caso, déjalo"
Al día siguiente, domingo, Lorenzo pide dinero a su tía (Luciana Angelillo), mintiéndole de que lo quiere para ir a la piscina o al cine. En realidad le mueve el deseo de prestárselo a Aida, sabiendo que se halla necesitada de dinero.

Al mismo tiempo, Aida trata de escabullirse de la pensión, ya que no puede pagar la misma. Oyé a los dueños desconfiar de ella. Y cuando se halla en la calle, asombrada, se encuentra con el joven Lorenzo Fainardi que la está esperando con su bicicleta. "Buenos días. ¿Qué hace por aquí?" "Quería verla" "¿A mí?" "Sí, la buscaba porque yo no sé qué hacer con la plancha, pero a pesar de eso, si usted me lo permite" (Lorenzo le entrega un sobre)

"¿Qué es, una carta?" "No, son 5000 Liras" "No, gracias, no. Eso no. Además, ya no las necesito de verdad"  "Sin embargo, es sólo un préstamo. Ya me las dará... cuando reciba el giro de su familia" (Luego lleva a Aida en su bicicleta, porque la joven necesita hacer una llamada a su ex novio Piero Benotti (Gian Maria Volonté) para solicitarle el trabajo que ha perdido por culpa del tal Marchiori. Y se dirigen a la gran casa de Fainardi, aprovechando la ausencia de su tía y de la criada)
"Hacía mucho que le conocías?" "¿A Marchiori? Quince días?" "¿Le quieres?" "¿Qué dices?" "¿Estás loco?" "Le buscas tanto" "¿Qué harías tú después de lo que me ha hecho? Yo tenía una oportunidad increíble, 4500 liras diarias con la orquesta Piero Benotti, la única cantante. Y llega éste y empieza a embaucarme. Bueno, me prometió discos, espectáculos, viajes, y después si te he visto no me acuerdo. ¿Comprendes? Y aquí me tienes"
Una vez en la gran casa de los Fainardi, Lorenzo se asegura de que no hay nadie,  y se dirigen hacia el teléfono. Lorenzo se halla dispuesto a lo que sea con tal de ayudar a Aida, y seguirá a rajatabla todas las indicaciones que la infeliz muchacha le va indicando. "Adelante· "¿Puedo?" "Por supuesto" "Con tu permiso" "El teléfono está alli. Siéntate" "Mejor lo dejamos, no importa" "¿Por qué?" "¿Y si viniera alguien? ¿Tu tía?" "Ya te lo he dicho, hasta las siete no vienen nadie. Entra" (Lorenzo toma el teléfono) "Señorita, quiero hablar con Riccione..." "Pensión Alba, sr Benoti"... "¿Te estoy molestando?" "No"  "Para ti no es nada, pero si no me admiten, ¿adónde voy?... Intenta decir: "Oiga, Marchiori al habla... No, no digas que eres Marchiori, dile que eres un amigo... ¿Qué idea? Dices que te he plantado y que es una vergüenza"
 
"Y luego, escúchame bien, te pones a chillar. Le dices que me vas a denunciar "¡Yo la denuncio, tengo el contrato! ¡La arruíno, es mejor que vuelva! ... (Aida, cuando Lorenzo le pregunta si quiere a ese tal Piero, ella le contesta que unas veces sí y otras no) "Por ejemplo, ahora sí. Pero a veces le mataría. Es egocéntrico, celoso, egoista. Piensa sólo en él. A las mujeres las considera amas de casa"
 
"Mira con lo de Marchiori, aparte que se acabó, cómo se puso, montó unas escenas. Las parejas en el espectáculo no funcionan" (Ante aquel cúmulo de despropósitos que suenan a falso, Piero Benotti pregunta por Aida "¿Dónde está Aida? Sé que está allí... Dígale a esa gilipollas que tenemos otra cantante! ¡Que se vaya a la mierda! ¡Y que no me dé más la lata!"" (Así el tal Piero se desentiende por completo de ella, y la despide de mala manera y con insultos) "Ha colgado" (Aida lo llama algo desesperada) "¡Piero, Piero!"
"Es por mi culpa" (Dice Lorenzo) "Tú ya has hecho demasiado. Mejor, así no debo nada a nadie. ¡Respiro! Así no se hace, a partir de mañana me animo y ya verás"
Aida se lamenta de que en la pensión no puede ni tomar un baño: "¡Qué olor! Para lavarte en la pensión hay que hacerlo en trocitos así" (Entonces Lorenzo le ofrece uno de los baños de la casa) "¿Quieres darte un baño?" "Ojalá, ¿pero cómo?" "Oye, son las cinco ¿Dos horas son suficientes?" "Estoy sucia, pero no tanto" "Vale busco toallas" (Una vez en la parte alta de casa, Lorenzo ofrece el albornoz) "¿El albornoz de qué color lo quieres? Sin problema..." "Entonces amarillo" "El cuarto de baño está arriba"
"¡Y yo quería venderte una plancha!" (Ironiza aida ante tanto lujo) "Perdona la curiosidad, ¿es vuestra o alquilada?" "A decir verdad, es mía" "Menos mal, tenía remordimientos por el dinero que me has dado... Oye, el baño es negro" "Si, es un poco fúnebre" "Si necesitas algo más" "No, sólo que te vayas" "Sí, perdona. Que tomes un buen baño" "Gracias"
(Después del baño, Aida llama a Lorenzo) "Lorenzo, lo he dejado hecho un lago ¿Dónde estás? ¿Qué pasa? ¿Qué haces" (Lorenzo, que se halla abajo,  utiliza el tocadiscos poniéndole el aria de "Celeste Aida " de la ópera de Verdi. Y ella, se pone la toalla como turbante y baja las escaleras lentamente al son de la música y de la canción, mientras Lorenzo la observa ensimismado)
Lorenzo invita a Aida a una merienda en la gran cocina de la casa, y ella, con su habitual gracejo, le va explicando circunstancias y sueños no cumplidos en su  humilde vida de cantante: "Por ejemplo, en el ballet éramos cuatro... 
 ¡Cómo me gustan los huevos! Si tengo que elegir entre esto y una langosta, los prefiero. Anda, come un poco. Venga" "¿Por qué las bailarinas no viven por su cuenta?" (Pregunta inocentemente Lorenzo) "Porque no podemos. El sueldo no incluye la comida" "¿Qué haces?" "Friego los platos, porque si se dan cuenta" "Anda, quita"
(Lorenzo pregunta divertido) "Te quedaste con lo de la cena" ... (Aida habla de sus recuerdos con sus cuatro amigas bailarinas) "Apagábamos la luz. Buenas noches, buenas noches" Pero nos quedábamos a charlar hasta las tantas" "¿De qué?" "Nada, fantasías... Pero, mi preferido era el duque de Edimburgo" "¿Cómo?" "Las sorprendía a todas con el duque de Edimburgo. Qué ilusiones, qué palacios Tenía salones y salones... Y baños negros"
 
(Con el ansia de seguir mostrándose generoso con Aida, decide, al atardecer, tras recoger la maleta y pagar la pensión donde se hallaba, llevarla a un buen hotel donde su familia, los Fainardi, son muy conocidos, corriendo el riesgo, sin embargo, de que su tía pueda enterarse. Aida se muestra asustada) "Aún estás a tiempo de pensarlo" (Lorenzo, decidido, va hacia recepción) "¿Cómo está? ¿Y su padre?" "Bien. Está de vacaciones. Quería saber si tienen una habitación. Es para la hija de una amiga de mi tía."
"Si es posible una exterior" "Bien por complacer a su tía" "Hay piscina" (Se asombra Aida. Y Lorenzo le explica) "Mira, ahí está la televisión, y allí al fondo el restaurante" "Quiero darte las gracias" "No hay de qué" "¿Me llamarás?" "Sí. ¿Cuando?" "Esta noche" "Adiós"
(Cuando regresa su tía, Lorenzo finge estar estudiando) "A qué viene la novedad de estudiar por la noche?" "No he podido estudiar hoy" "Claro. De día estás por ahí perdiendo el tiempo. ¿Te falta mucho?" "No estoy acabando"
(Su tía le entrega la mensualidad para el padre Introna que le da las clases de matemáticas) "Cuando te acuestes no dejes las luces encendidas. Buenas noches"
(Lorenzo aprovecha que su tía se ha retirado y llama a Aida, que, inesperadamente contesta con insultos) "Idiota,, imbecil, cretino, estúpido" "Aida, ¿eres tú?" "Hola, perdona. Creía que eran unos idiotas que están gastando bromas toda la noche"... "¿Cómo te va?" "Bien. Una cama cómoda, y además hay un armario grande, un servicio, una mesa, el baño y seis lámparas"... "¿No has visto la tele?" "No. He subido a la habitación y me he metido en la cama" "Entonces no has cenado" "No tenía qué ponerme, en el comedor estaban todas bien vestidas" "¿Es posible que no tuvieras?" "Nada, cuatro harapos" "Tendrás hambre. Pide que te suban algo" "No es la primera vez que me acuesto sin cenar" "Siento que te hayas quedado sin cena, y por todo lo demás"
(Lorenzo toma el sobre con dinero que su tía le ha entregado para pagar al padre Introna)
En el hotel, por la mañana, recibe un regalo: un precioso vestido blanco que el adolescente le ha enviado. Aida le telefonea loca de alegría y le pide que asista durante la noche a una fiesta en una de esas terrazas veraniegas.




 
Hay lirismo en sus encuentros con el espléndido actor adolescente que también fue Jacques Perrin. El film posee todos los ramalazos del cine mágico.


A partir de las doce, el gerente les dice que los clientes se han quejado y que han de acabnar la fiesta en la terraza. Los turistas del hotel quieren que ella los acompañe. Y Aida se queda con Lorenzo.  Y cuando ese impagable patrimonio cinematográfico que fuera Claudia Cardinale, "ragazza bianco vestita", (a los sones cantarines, hoy algo "demodés", del "Impazzivo per te" cantada por Adriano Celentano en el tocadiscos de la terraza veraniega del hotel, observa a Perrin, celoso e infantil, después de su bailoteo con el Casanova de turno al son trompetero del "Degüello" de Dimitri Tiomkin en "Río Bravo"  y "se acerca hasta nuestra butaca cinéfila", acabará convirtiéndose definitivamente en una de las mayores emociones participativas con que el cine nos impone su más personal mundo poético


 "¡¡Mai, mai, più... e tu sai, bimba mia ...
che impazzivo soltanto per te. Ero pazzo di te!!... Eri pazzo di me. Ma purtroppo capii. Che non eri per me. Da quel giorno che tu mi tradisti così!!...."
(Aida)"¿Qué te pasa? Te has ido casi sin despedirte" (Lorenzo) "Me he despedido"... "¿De qué modo? ¿Me oyes? Te estoy hablando"... Si quieres irte estás a tiempo, no hagas un sacrificio" "Estás mal de la cabeza"
"No sé por qué te has enfadado cuando te he dicho que no. No tiene importancia, imagínate. Con lo aburrida que estaba. No podía dejarlos plantados, me invitaron a cenar. No podía decir "gracias y hasta luego" Es una grosería. ¿No te has divertido?" (Lorenzo con enfado) "¿Yo? Ese grosero" "¿Quién?"
"Ni te has dado cuenta de cómo te trataba. Yo le enseñaría educación. Así aprendería a comportarse. He estado a punto de decirle con una sonrisa: Usted es asqueroso. Salga en seguida y venga conmigo" "Si lo hubieras hecho me habría gustado" (Aida coge el vaso de whisky) "Esto lo tiramos"
"Aida" "¿Qué?" "Ni debería decírtelo, pero cuando te conocí pensé que si me necesitabas alguna vez, bastaría un aviso tuyo para que yo acudiera. Estoy convencido de que me necesitas. A lo mejor no es cierto, pero yo..." "Sí, es cierto. Y has hecho mucho por mí. Vete a casa, es muy tarde" "Espera, quédate" "Ya es tarde, tengo que madrugar. No estoy de vacaciones, necesito trabajo. Lorenzo"... "Déjame dormir aquí" "¿Sabes qué hora es? "Qué dirá tu tía?" "¡No!"
"Sólo cinco minutos. Cántame algo y luego me voy" "Pero los clientes ya se han quejado"  "Tú canta bajito, muy bajito" "¿Luego te irás?" "Lo juro. Pero ahora canta algo"

"¡Eran tres golondrinas, cruzaron el mar. Y la más bonita de las tres, la más bonita se mojó. Pobre golondrina, ¿quién te secará?! Tienes una mano muy grande. Mucho más que la mía. Y la nariz recta. Ya verás las mujeres, dentro de poco" "¿Y ahora?" (Aida vuelve a cantar) "¡Tres golondrinas, cruzaron el mar, y la más bonita de las tres, la más bonita se mojó. Pobre golondrina, ¿quién la secará?!"  (Lorenzo estrecha la mano de Aida románticamente. Pero ella la aparta con tristeza al no poder corresponderle)








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